¡1, 2, 3 YA! Autismo sin mitos

Corriendo 123 km para la sensibilización y desmitificación del Autismo

Hoy 18 de Ocubre Antonio M. Navarro y Ramón Marcos Contreras, ambos padres de niños con Autismo y pertenecientes a las asociaciones de Autismo de Córdoba y Jaén respectivamente, junto a Pablo Encinas y una decena de voluntarios más, correrán de manera ininterrumpida desde Jaén hasta Córdoba (123 kms) en un reto deportivo/solidario para concienciar y sensibilizar sobre el autismo y los mitos que envuelven a este trastorno.

carrera solidaria camiseta con logosAl comienzo y al final de dicho reto, se leerá un manifiesto en el que se tratará de mostrar la realidad del autismo y desvincular a este de tópicos y mitos que siguen presentes en nuestra sociedad.

Desde aprendeTEA, nos sumamos y en la actividad de formación que realizamos este mismo día 18 (De la experiencia a la evidencia: Síndrome de Asperger), leeremos el manifiesto donde se dejarán claros a la sociedad los mitos que envuelven al mundo del autismo y porqué intentamos desencadenar a nuestros hijos de ellos.

Os dejamos también el texto íntegro del manifiesto escrito por Ana Luengo, madre de Niklas, un niño con autismo que tiene diez años y de una niña de siete sin autismo. Ha escrito diferentes artículos en Autismodiario, y es profesora de Literatura y Cultura Hispánica en la University of Washington.

Seguramente no me equivoco al decir que la mayoría de nosotros no sabía casi nada del autismo antes de que entrara en nuestras vidas. Seguramente acierto al decir que la mayoría de nosotros tuvo que pasar toda una odisea de médicos, especialistas, psicólogos y maestros antes de dar con el diagnóstico que cambió nuestras vidas. Seguramente la mayoría coincidimos en la reacción al oír el diagnóstico de nuestros niños: AUTISMO. Entonces sentimos como si el cielo se desplomara sobre nuestra cabeza y nos cubriera una terrible oscuridad. Pero a la vez sentimos otra cosa: una especie de alivio. Ya no éramos los responsables de que nuestros niños se comportaran como se comportaban.

Cuando oímos la palabra autismo por primera vez, nos viene a la cabeza un montón de palabras cargadas de desesperanza. Nos viene a la cabeza la imagen de un niño inaccessible metido en una burbuja de cristal. Esa imagen es el resultado de todas esas palabras que hemos oído tantas veces, esos insultos, esas ideas preconcebidas, esos chistes, esas películas hechas a base de estereotipos. Y ahora voy a hacer una pregunta muy incómoda: ¿Quiénes de nosotros no hemos usado la palabra “autista” como una broma alguna vez en nuestra vida sin pensar en todo lo que había detrás?

Cuando oímos la palabra autismo y nos hundimos en la angustia, dejamos de ver al niño o a la niña que está delante de nosotros. Dejamos de ver a Antonio, a Niklas, a María, a Erik, a Daniel, a Lucía. Dejamos de ver a la persona para ver un montón de ideas preconcebidas que no tienen nada que ver con la personita que necesita nuestra ayuda. La forma de ayudar a esas personas es detenernos en primer lugar para verlas, para aceptarlas, para permitirles que se desarrollen como necesitan, que tengan sus pasiones, sus intereses, sus sueños. En segundo lugar, ponerse en marcha. Porque ayudar a alguien con autismo es entrar en una carrera de larguísima duración. Hay momentos de agotamiento, momentos de euforia, momentos de risas, momentos de rabia, momentos de camaradería y momentos en que casi ni puedes respirar. Pero también os lo aseguro: vale la pena.

La forma de ayudar a las personas es aceptarlas, quererlas como son y luchar por ellas. Nuestros niños y niñas con autismo necesitan una educación integral tanto en casa como en la escuela para crecer y aprender y ser felices. Nuestra responsabilidad es hacer posible que ellos formen parte de la sociedad. Y, para ello, tenemos que poner toda nuestra energía en dos cosas. La primera es educarlos y conseguir que reciban el trato adecuado en sus escuelas y en los centros especializados. Para eso necesitamos compañeros y compañeras de carrera. La segunda cosa es sensibilizar a quienes nos rodean. Sensibilizar sin miedo a que nos juzguen o se alejen de nosotros. Que nos vean. Tenemos que estar orgullosos de nuestros niños y niñas, de los adultos con autismo a los que amamos, de nuestras familias y nuestros grupos de amigos. Tenemos que mostrarle al mundo que son personas únicas y especiales que se merecen todo el respecto, como cualquier ser humano lo merece.

Decir fuerte: Amo a alguien con autismo. Y esa persona también me ama a mí. Con la cabeza alta y una sonrisa.

Es nuestra responsabilidad acabar con los mitos del autismo, porque esos mitos son los responsables de que las personas con autismo no sean siempre aceptadas, sino que sean señaladas, se les haga daño, sean vulnerables. Y esos mitos también son responsables de que muchos de nosotros lloráramos horas o días al saber que nuestro niño o nuestra niña tenía autismo. Horas de llanto que ni nos permitieron ver a la preciosa personita que nos necesitaba, ni nos permitieron ponernos a trabajar para hacerle posible tener un futuro mejor. Si algunos de vosotros seguís llorando, es hora de dejar de llorar porque solo lloráis por vosotros y por vuestro sueño perdido. Pero vuestros niños y niñas están ahí, esperándoos. Ellos son vuestra primera reponsabilidad. Corred con nosotros y cambiad el mundo que les rodea.

¡1,2,3 Ya!

Poema sobre el reto

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